viernes, 28 de septiembre de 2012

Mi primera moto... Realmente, tardé en tener una "primera moto" mía: éramos muchos en casa y no estaba -ya entonces- la economía para muchos lujos. No obstante, creo que no me puedo quejar, pues pese a que la primera moto a mi nombre fue mi querida Vespa 150 de "última mano" rejuvenecida con la ayuda de mi hermano Toño, teniendo ya alrededor de los 20 años, hasta ese momento nunca dejé de tener a mano una en la que subirme. Recuerdo con especial cariño los años de adolescencia yendo al colegio en la Enduro 250H de mi cuñado, siempre por campo, de Majadahonda hasta Boadilla del Monte, o en aquella comodísima Matador MK9, que alternaba con mis viajes de paquete en la Vespa 75 de mi amigo Miguel Ángel cuando no tenía posibilidad de ir por mi cuenta. No faltaban préstamos, como el de la Streaker de Sonia, toda una moto de carretera cuya única pega era que sus frenos de disco eran alérgicos al agua, o la modesta Derbi Antorcha de los Aguilar, que gastaba menos que nada. Con todas ellas iba feliz al colegio, y siempre he creído que en plan pionero, pues no recuerdo que en mis tiempos de escolar nadie llevase como yo (y hoy en día todo el mundo) los libros en una mochila; de hecho, no existían las mochilas como las conocemos hoy, y yo llevaba una de aquellas de lona verde, con correas de cuero marrón que se empleaban en los campamentos juveniles.
Y pese a que, como digo, me fui soltando con todo tipo de motos durante mis primeros años, no tuve carné hasta los 18, sacándome directamente el A2 (hoy sólo A, creo), el de moto grande... y para subirme por vez primera y estrenar mi "legalidad" la elegida fue la Derbi Antorcha...
Lo que sí es verdad que también hice siempre, y es una de las muchas cosas imprescindibles que aprendí de mi hermano Toño, fue conducir con casco y con las luces -cuando las tenía- encendidas, varios años antes de que una y otra medida se hiciesen obligatorias.
Nuestra primera moto, porque aquí necesariamente debo "subir" a mi pareja  -entonces novia, hoy esposa- Isabel, nos llevó por caminos más "civilizados", empleándola como vehículo de nuestras salidas conjuntas, transporte a la universidad y demás. La Vespa siempre se portó bien con nosotros y nos dio la independencia que uno busca a esas edades. Colgaré una foto de ella en cuanto la escanee, realmente le quedó muy bonita a mi hermano (pintó las dos, la muestra y la suya, que conjuntó también con su casco).
Creo que la Vespa fue, también, mi última moto "antigua", de aquellas que se arrancaban a patada y ya está, a circular; las siguientes siempre tuvieron llave de contacto, algo que te decía que aquél era un aparato serio... Ahora he recuperado alguna de aquellas "antigüedades" y soy feliz con su simplicidad y ausencia de aditamentos, aunque reconozco que el botoncito es todo un invento.       

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