viernes, 28 de diciembre de 2012

Invierno

Acabamos de entrar en el invierno, y como siempre por estas fechas se plantea cómo hacer que la época más dura del año no afecte demasiado a nuestras motos. Y aqui pueden darse dos situaciones: que la moto siga llevando el mismo ritmo cotidiano de su propietario, saliendo cada día haga el tiempo que haga, o que "hiberne" esperando que pasen los rigores invernales.   

Si se trata de aparcarla hasta la primavera, básicamente los cuidados se centran en guardarla en las mejores condiciones posibles: limpia, para evitar que la suciedad se corrompa y dañe la pintura o los cromados, seca, para evitar su oxidación, y con pequeñas atenciones como subir algo la presión de los neumáticos, desconectar la batería y engrasar elementos como cadena y cables de freno y embrague.
 
Pero en caso de seguir empleando la moto todo el invierno, como hacemos unos cuantos, también hay que tener algunas precauciones. Siempre decía lo mismo cuando me preguntaban sobre el resultado de mi querida K75: "no se estropea porque no para nunca; el día que la dé descanso, le saldrán de golpe todos los achaques propios de su edad". Y es verdad, si mantenemos nuestra moto en condiciones de uso, no tiene por qué no superar sin problemas un invierno... o los que vengan; esto es, no descuidar el estado de carga de la batería, neumáticos en perfecto estado (no estirarlos demasiado), nivel correcto de líquidos, y lavadito periódico para evitar que la sal "se la coma".

Ya puestos a tomar medidas frente al invierno, conviene considerar que quizás suframos y nos estrpeemos más nosotros que nuestras amigas de dos ruedas... No pasa nada, para esto también hay recetillas; pasaron los tiempos en los que nos poníamos cualquier abrigo o cazadora (he visto bastante gente que para ir en moto llevaba una trenka), en su caso rellenos de periódicos, y unos guantes tomados de la afición de algún conocido por el esquí. Ahora tenemos lo que se ha dado en llamar "ropa técnica", que, independientemente de su denominación, funciona muy bien y nos permite soportar cualquier inclemencia sin enterarnos; y encima quedamos fenomenal con los que nos admiran por "atrevernos" a salir a la calle en esas condiciones...

Mi consejo, por supuesto, es que no dejemos de montar en moto sólo porque el día esté más o menos gris o fresquito. Cada época del año tiene su belleza, y si en otoño hemos podido disfrutar de temperaturas templadas y un espectáculo de color inestimable, en invierno podremos ver preciosas imágenes de paisajes blancos, con esa luz especial del sol reflejándose en la nieve. Simplemente, tener las precauciones ya mencionadas, poner atención al hielo sobre el asfalto (cuidado en las zonas de sombra), y ¡a disfrutar de la moto!

Quiero aprovechar este espacio para desear un muy feliz año 12+1 a todos los que sienten como yo cariño por las motos, sean de la especialidad que sean; que podamos seguir disfrutando de esto que tanto nos gusta. Mi agradecimiento más sincero (no sabéis cómo lo valoro) a los que me hacéis sentir que no estoy solo cuando escribo este blog: no imaginaba que hablar de las cosas que siento le importase a nadie más allá de mi familia más cercana, pero es que esto es realmente una GRAN familia. ¡Feliz año! Seguimos en contacto... 

      

martes, 18 de diciembre de 2012

¡Pingüinos!

Queda menos de un mes para la gran fiesta que supone la concentración invernal Pingüinos en Valladolid.
 
Y digo gran fiesta porque es realmente de lo que se trata. Quien no ha ido nunca te pregunta: "¿Y qué hacéis allí, en un pinar, todo un fin de semana en pleno mes de enero, con la que estará cayendo?" Porque no se trata de un evento deportivo al estilo Jerez o Montmeló, en esta ocasión la gente no va a ver a sus superestrellas favoritas luchando sobre sus motos de competición (aunque todos los años alguno se acerca asombrado a saludarnos). Cuantos se acercan por el pinar de la concentración lo hacen por el puro placer de ir hasta allí sobre sus monturas, encontrarse con antiguos amigos, hacer otros tantos nuevos, y disfrutar de la compañia de unos y otros.   
 
Y entre tanto, participar del espectáculo que supone congregar a unas 25.000 personas de absolutamente todas las categorías imaginables, unidas por la moto. Es imposible aburrirse en una "ciudad" que se crea en medio de la nada y vuelve a desaparecer pasada la concentración; toda una ciudad, sí, con las infraestructuras que supone albergar la más numerosa concentración motociclista invernal internacional del mundo. Deberían pasarse por el pinar los organizadores de otros eventos multitudinarios, pues tiene mérito que no tengas -si no lo deseas- que salir del área de la concentración en días porque no eches nada de menos...
 
Nosotros hace unos años que no vamos (aún no conocemos el área de Pinarón), pero sabemos que es sólo un paréntesis obligado por circunstancias familiares, y muestra de que "engancha" es que Isabel, mi mujer, la más friolera del mundo, disfruta como yo estando allí, y está deseando que Pablo se saque el carnet para poder volver en familia y enseñar a nuestros hijos "qué hacemos allí...".
 
No olvidamos los amigos que hemos hecho al calor de las hogueras, algunos de una sola edición y ya en nuestro recuerdo para siempre (tengo que devolverte la linterna, Agapito, ¡gracias!). Como no van a caber todos, una foto homenaje a todos ellos: ¡lo grande que debe estar ya tu hijo, Jaime! Un abrazo y contad con vernos por allí de nuevo, quién sabe si no este mismo año.  Nos vemos.
 

martes, 11 de diciembre de 2012

Por el campo

Los que tenemos cierta edad hemos tenido la inmensa suerte de poder compaginar nuestra afición por las motos y nuestro amor a la naturaleza, pues antes se podía ir de pacífica excursión en moto por el campo sin que te asediaran las "fuerzas del orden".
Siempre he considerado, y así lo he manifestado en otras ocasiones, que practicar off road te hace querer, respetar y cuidar el entorno por encima de la media. Y es necesario considerar además la utilidad que el tránsito de motos y demás vehículos motorizados (dentro de un orden) aporta al mantenimiento de senderos y otras vías que podrían caer en desuso y terminar perdiéndose.
 
Viene todo esto a cuento de la falsedad con la que nos enfrentamos hoy en día quienes queremos poder seguir disfrutando de lo que tanto nos ha aportado, y transmitírselo a las siguientes generaciones. No es de recibo que un país como el nuestro, que aporta cada año un puñado de CAMPEONES DEL MUNDO al deporte nacional, vea cómo éstos son aclamados y recibidos por las más altas autoridades cuando vienen con sus medallas y trofeos a España, y perseguidos como delincuentes en cuanto tratan simplemente de entrenar (¿verdad, Barragán?), o zancadilleados en sus intentos de establecer recintos donde crear escuela (¿eh, Torres?).
 
Me resisto a esta situación, como los demás amantes del motociclismo de campo; cada uno desde nuestra pequeña atalaya -pretendo que ésta sea la mía- hemos de intentar corregir este sinsentido. Nuestras Federaciones lo hacen, nuestros más afamados pilotos tampoco dejan pasar ocasión alguna de reivindicar el uso pacífico de la moto de campo, y yo, humildemente, expongo mi queja, me presto a arrimar el hombro en lo que pueda, y no dejo de transmitir a mis hijos, como hice con mis sobrinos, lo que de positivo me aporta unir moto y naturaleza. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ángel Nieto en TVE

Este domingo, por sorpresa, tuvimos en casa una sobremesa especial: un reportaje en Teledeporte sobre el doble título mundial conseguido por Ángel Nieto en 1972. ¡Qué maravilla!
File:1972. Ángel Nieto.jpgYa me he confesado anteriormente como admirador incondicional del "12+1", para mí el más grande de todos, y viendo reportajes como el de este domingo me reafirmo en mis convicciones y recluto seguidores para mi causa. Esa forma de pilotar, de sacar TODO lo que sus máquinas tenían dentro, de encarar la competición y la rivalidad con el resto de pilotos... lo tenía todo para llegar a ser lo que es, el mejor, y aún hoy un ejemplo que no debe perder de vista quien quiera llegar a lo más alto.
Disfrutamos de preciosos vídeos sobre las carreras de esa temporada, viendo los circuitos en los que se corría entonces, y de lo que supuso para Nieto y todo el equipo Derbi (el primer "equipo oficial Repsol") el desplazarse a lo largo y ancho de Europa con sus dos motos -no había para más- de 50 y 125 c.c., en un 1430 cedido por SEAT y una furgoneta/taller/vivienda/etc. El propio Nieto, aguantando la emoción de rememorar aquellas vivencias, iba contándonos anécdotas relacionadas con lo relatado en los vídeos, lo que enriqueció aún más el documento. 
En fin, una verdadera joya que debería ir acompañada de otras similares dedicadas al resto de su carrera, haciendo justicia a uno de los más relevantes deportistas que ha tenido nunca España.     

jueves, 29 de noviembre de 2012

Ssshhh! Viajando...

Desde que empecé a viajar en moto me ocurre algo curioso que sigue asombrando a los que lo conocen: ¡mis acompañantes se duermen!
Haciendo memoria, tampoco he llevado tanta gente de viaje, sólo a mi mujer, a mis tres hijos y a mi sobrino Jacobo, que se vino un fin de semana "supermotero" conmigo a Albacete a empalmar concentración motera, Campeonato de España de Motocross en Tobarra y Campeonato del Mundo de Superbikes en La Torrecica. Nos lo pasamos genial acampando en plena parrilla de salida del circuito de motocross y, que yo sepa, Jacobo ha sido el único que me "ha aguantado" despierto tanto al ir desde Madrid como al volver. ¡Lo mismo iba espantado!
Sin embargo, mi mujer y mis hijos caen fulminados cuando viajan conmigo. Ya lo hacía Isabel cuando viajábamos de novios con la Benelli: tan pronto la veías jugando a hacer sombras en la cuneta como sentías su casco clavado en la espalda que te indicaba claramente que "había desenchufado". Y lo continúan haciendo, siguiendo una especie de peligrosa tradición familiar, todos mis hijos. Cómo será que las abuelas, cada vez que digo que voy a salir de viaje con uno de ellos, me preguntan sin falta: "¿pero te lo atarás bien fuerte a tí, no?".
Cada uno tiene su aguante particular y es más o menos dormilón, pero todos se echan sus siestas; y no es una pequeña cabezadita, es que duermen como lirones.
Así fue la primera vez de todos ellos: 



Pablo lo hizo volviendo de Jerez, tras un fin de semana de GP intenso y cansado, ya de noche, más de las 10 p.m. y seis horas de viaje... casi llega a Madrid, pero al final sucumbió y se durmió al estilo de su madre, agarrado a las asas de la K75 y bien apoyado en el respaldo trasero, pero con las lógicas cabezadas en mi espalda. Tenía 10 años...     

Alicia tenía algún año más cuando se vino conmigo, y con Jacobo y su pareja, a Cheste a ver las Superbikes; y ella tiene su propio estilo: se duerme cuando quiere, y por lo que sé a través de nuestros acompañantes ¡da miedo!, porque se quedaba dormida con la cabeza tendida hacía atrás, sobre la maleta, y los brazos abiertos, de modo que visto desde fuera la sensación es de que llevas a una persona totalmente inconsciente (quizá sí...) y a punto de perderla. Como en el caso anterior, la solución pasa por sacudirla suave pero firmemente de una pierna para que despierte, y confiar en que no haga movimientos bruscos (recordemos, vamos subidos en una moto).

Y Hugo, la verdad sea dicha, hizo su primera salida con siete años recién cumplidos: fue mi regalo de cumpleaños, llevarle de concentración. A pesar de la emoción, le pudo la edad, y en su caso el peligro estaba en que, al ser de menor tamaño que mis anteriores pasajeros, tenía mucho más espacio detrás de mí y era más fácil perderlo. Recuerdo cómo hubo compañeros de excursión que iban más pendientes de él que de los paisajes que recorrimos... Gracias a todos.     

No sé aún si debo achacar lo anterior a que soy un conductor muy seguro y de confianza (espero que sea esto), o si simplemente conduzco de forma tan aburrida que pasa lo que tiene que pasar. Tengo que preguntárselo a Jacobo, seguro que él es más objetivo, aunque igual acaba confesando que él también cayó...

Aviso: no estoy loco, aprecio mi vida, la de mi familia y la de cuantos me rodean; nadie ha resultado perjudicado por las actividades a que he hecho mención, y sí, a menudo he llegado a parar para que mi pasajero se espabilase y retomar el camino más tranquilos.
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

La Benelli

Ojeando el Motociclismo de esta semana, me he entretenido con el reportaje del EICMA de Milán, viendo las más jugosas novedades para el año que viene. Disfrutaba de las que realmente "parecen" nuevas mientras a su lado encontraba las habituales variaciones-sobre-el-mismo-concepto de cada temporada. Un aplauso para todas las marcas presentes, que en estos tiempos que nos ha tocado vivir ya es un esfuerzo estar ahí y aportar la ilusión necesaria para lanzar un producto nuevo.  
Y precisamente pensando en esto, en las motos, las marcas que sobreviven y la ilusión, me he encontrado con mi vieja amiga, Benelli, presentando nada menos que tres nuevos modelos.
¡Qué recuerdos me trae Benelli!
Aquella Semana Santa empecé a salir (no estoy seguro de que se siga expresando así ahora) con una simpática y guapa chica que acabaría siendo mi mujer; ella, que además de lo mencionado siempre ha sido muy resuelta, organizó para un pequeño grupo de amigos unas vacaciones en Cullera, ciudad por cierto de gran raigambre motera, donde sus padres tenían un apartamento. Allí nos fuimos a disfrutar nuestra primera Semana Santa de universitarios, y cuando estaba a punto de terminar, el que terminaría siendo mi suegro, Pedro, me comenta "de pasada" que se ha enterado de que me gustan las motos, que a él también le han gustado siempre, que de joven solía viajar mucho con su mujer en su Montesa Brío, y ¡que tiene en el garaje del apartamento una Benelli 250 2C casi sin estrenar!
Me faltó tiempo para subir con él a verla ¡y a probarla! Era verdad, estaba impecable, sin acabar el rodaje (se la había comprado como "último capricho de juventud") y junto a ella estaban también la pareja de cascos Nolan igualmente nuevos que compró con la moto. La pusimos en marcha, cogí el Nolan rojo (el blanco, enorme, fue desde ese día para Isabel) y salí a dar una vuelta con mi amigo Lobo por las huertas de los alrededores.
Como digo, aquella bonita chica se quedó conmigo, y la moto hizo su primer viaje "largo" con nosotros dos ese verano, pues nos la llevamos a Madrid, a darla el uso que se merecía. Disfrutamos como enanos de ella; era preciosa, con esa imagen de moto grande que evocaba a sus hermanas mayores 500 Quattro y 750 Sei. Pedro le había añadido una cúpula Puig estilo BMW R90S, en sus mismos colores negro y plata, y un robusto transportín trasero en el que llevábamos todo nuestro equipaje.
¡Qué felicidad, de viaje con esas dos preciosidades y saludando (y siendo saludados) por cuantos moteros nos encontrábamos por el camino!
Circunstancias de la vida (mi cuñado se hizo mayor y heredó la moto) nos separaron de nuestra querida Benelli, sustituida por la Vespa de la que he hablado en otra ocasión, pero aún anduvo un tiempo rondándonos y recordándonos esos felices momentos. Porque con ella fueron nuestros primeros viajes y excursiones, nuestro primer acercamiento a una moto "de verdad" de carretera, mi primer rebufo...; nuestro primer susto, con la moto cargada hasta los topes para salir de viaje a la playa y ese coche que me obligó a tumbar una señal de tráfico de una patada..., nada que no cure con unas vacaciones en la costa "bien acompañado".
Mi vida, afortunadamente, sigue desde entonces unida a Isabel, Cullera y las motos, y aunque la Benelli no siguiera con nosotros, llenó toda una página del libro de nuestras andanzas.
¡Ah! Y que conste que no me quedé con Isabel por la moto, que hay mucho malpensado... 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Motorshow

He estado este sábado con mi hijo Pablo en el Jarama, en el "Motorshow" organizado por FunMotorHouse, un espectáculo en torno al motor donde había diversas actividades para ver o en las que poder participar, dentro del propio circuito o en los recintos habilitados en la zona interior. 
A pesar de que el día se anunciaba con clima incómodo, frío y lluvioso, y de que esto pudo restar espectadores, lo cierto es que una vez allí la temperatura fue bastante agradable, la lluvia sólo cayó en algunos momentos y no pudo impedir que se realizaran todas las actividades anunciadas.
Me gustó mucho el interés de todo el personal de organización, desde el primer portero del aparcamiento hasta el incansable Dj por hacer el día entretenido y agradable a todos los que nos acercamos al circuito, siempre con una sonrisa en la cara.
 
Disfrutamos del show de música mezclada con fuego y bike/trial y del espectacular breaker, perfectamente alternados con las exhibiciones de expertos drifters en coche y stuntmen en moto (aquí sí creo que el suelo mojado no les permitió enseñar todo lo que saben hacer, aunque dieron un bonito espectáculo).
Paseamos entre preciosos coches deportivos americanos, camionetas vistosísimas, coches de rally actuales y clásicos, y disfrutamos viendo a los pequeños grandes pilotos que compiten en minimotos, así como a los que se atrevían a probar los segway o a manejar los rapídos coches teledirigidos. Y no me dejo a los que tuvieron la suerte de poder salir a pista a dar una vuelta en Ferrari, Lamborghini o Porsche, o los que probaron a emular las sensaciones de conducir un GT en los simuladores del juego Horizon.



 
Una bonita mañana entre motores de la que únicamente salí con el mal sabor de boca de no haberme atrevido a saludar personalmente a Bea, mi bloggera favorita, pero la ví tan ocupada y tan entregada a saludar a tanta gente que pensé que ya habría un momento mejor en que no la tuviéramos tan asfixiada entre público y equipo de grabación. Espero que así sea, pero desde aquí un saludo afectuoso. ¡Nos vemos en la próxima!
  

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mi Vespa

Como he comentado en alguna ocasión, mi primera moto, es decir, la primera que tuve a mi nombre, fue una Vespa 150 S con muchos años (del año que yo nací) y color azul-indefinido. Su estado en el momento de adquirirla fue lo de menos, lo importante era que, ¡por fin! iba a tener moto... Se parecía bastante a la de esta foto:
Iba a tener moto, porque al principio no tenía si entendemos "tener moto" por poseer un vehículo de dos ruedas con motor que pueda traerte y llevarte por ahí. Con ayuda de mi hermano Toño, o mejor, él con mi ayuda, conseguimos hacer una moto única, bonita, diferente al resto, y que además funcionaba y me servía efectivamente de medio de locomoción.
La pintamos en blanco y rojo brillante, la pusimos los cófanos de la P200, que la hacían mucho más delgada y moderna, y rematamos con funda de asiento también blanca (un invento cuando el sol aprieta) y transportín en negro mate. ¡Ah! Y con el paso del tiempo le pusimos neumáticos modernos, porque los clásicos "de carretilla" eran terribles. Pinchaban en cualquier momento, lo cual, si bien le da un punto de emoción al trayecto, no resulta muy agradable que digamos. Menos mal que mi querida Vespa tenía rueda de repuesto, porque puedo garantizar que se utilizaba,
Con ella iba y venía de casa a la facultad con mi hermana, que sufrió conmigo alguno de aquellos pinchazos y que podrá, como mi mujer, certificar que fue esta moto la que nos enseño a "controlar las derrapadas" (por suerte, siempre pinchaba de atrás), ya que nunca sufrimos una caída. A los que dicen que las Vespa son peligrosas e inestables siempre les comento esto, que probablemente el bajísimo centro de gravedad de este scooter sea una gran ayuda que, ante un pinchazo, no podrá prestarte una moto de rueda alta. Afortunadamente, las carreteras y los neumáticos han mejorado una barbaridad y hoy puedes disfrutar de un vehículo durante toda su vida útil sin llegar a sufrir ni un solo reventón, pero antes sí debías contar con esa posibilidad; de hecho, aún recuerdo cómo, tras una serie de pinchazos en un corto espacio de tiempo, llegué a tener auténtica psicósis y en una ocasión incluso paré la moto un par de veces en plena carretera de La Coruña para tocar la rueda y comprobar que no estaba desinflada, porque ya sentía que se movía y flotaba de atrás incluso cuando, evidentemente, no pasaba.
Pero bueno, ya digo que eso se arregló cambiando las ruedas, que ya debía tocar, por unas chulísimas Pirelli SC, y mentalizándome de que esa sensación de inseguridad sólo se quita ¡montando más!, que es lo que llevo haciendo desde entonces, no sea que un buen día me dé miedo a montar, o pereza, y aparque la moto para siempre... Tranquilos, que eso no va a suceder. ¡Ráfagas!   

sábado, 10 de noviembre de 2012

Bricolaje

Si hay algo que queramos de verdad los amantes de las motos además de, evidentemente, una o varias de éstas, es un buen garaje donde conservarlas y poder "meterles mano" con tranquilidad. 
Es un hecho que, a diferencia de la mayoría de usuarios de automóviles, a los que tenemos moto nos gusta casi tanto montar en ella como pasar ratos interminables alrededor suyo, sea limpiándola, sacándola brillo, montando o desmontando accesorios, o desarmándola por completo para volverla a montar después. 
Cierto que con los tiempos que corren cada vez tienen -como los coches- menos cosas que tocar, a no ser que seas experto en electrónica e informática, pero incluso ahora siguen siendo mucho más accesibles y propensas al bricolaje casero que un cuatro ruedas.
Muchos de mis mejores recuerdos, y alguna gran amistad, tienen su origen alrededor de una moto desmontada. De niños, estábamos todo el día revisando los ciclomotores de la pandilla, limpiando bujías y filtros, tensando cables o cambiando bombillas; recuerdo con mucho cariño los días que pasamos en el garaje de Nando cuando decidió pintar de amarillo su 348, repasando en dorado la firma de Malcolm Rathmell con aquel pincel "de pelo de marta" que le recomendó Jonás, y oyendo una y otra vez todas las canciones de Tequila...; son ese tipo de cosas que te hacen aficionarte a las herramientas y los trapos.
No soy realmente un manitas, pero con el tiempo me he ido atreviendo a hacerle algunas cosillas a mis motos, como cuando decidimos desarmar por completo la K75 en casa de Miguel (lo de "decidimos" le incluye, claro): nos pasamos un fin de semana completo encerrados en su garaje, disfruté como un enano de su compañía y de lo que estábamos haciendo, y el remate vino cuando, después de montarla otra vez, ¡funcionó!¡qué satisfacción!        

Ahora tengo, por fin, garaje propio donde pasar el rato con mis cacharros y tratar de arreglar o mejorar todo lo que cae mis manos, así que puede uno imaginarse dónde encontrarme, sentado en mi taburete, con una herramienta en la mano, unos trapos cerca, y una música de fondo... 

viernes, 2 de noviembre de 2012

La felicidad

La felicidad. Escribí el otro día sobre mi inscripción en una promoción de BMW y mis deseos de surcar el mundo sobre una moto. En ello estaba cuando traté de recordar los momentos más felices de mi vida, casi siempre vinculados a las motos.
Pues bien, que me perdone BMW, a la que siempre llevaré en mi corazón (bueno, y seguramente entre mis manos, como ahora), pero debo admitir que el día más feliz de mi vida lo pasé en el circuito del Jarama, celebrando (sí, celebrando) la Operación Trueno que puso en práctica Yamaha, creo que en 1994, con aquellas preciosas Thunderace, Thundercat, TDM y TRX, además de los Majesty y demás scooters.
El que estuvo sabe de qué le hablo y me dará la razón, pero para los desafortunados que se lo perdieron, tengo que decir que fue una presentación de auténtico ensueño: las instalaciones completas del Jarama a nuestra disposición, con el circuito constantemente ocupado por ordenadas tandas de felices motoristas probando las últimas novedades mundiales de Yamaha, los boxes convertidos en zonas de descanso, avituallamiento y recreo maravillosamente atendidas por los distintos concesionarios de la marca, y en el aparcamiento una exposición completísima de toda la gama Yamaha, con posibilidad de ver y tocar, así como un pequeño circuito para probar hasta cansarte (como si eso fuese posible...) todos sus scooters. Y para guinda, en colaboración con el Action Team de Motociclismo nos regalaron unos polos bordados con el logotipo de la Operación Trueno y del club, que por supuesto aún conservo.
No he podido hacer justicia a la marca "comprándome todos sus productos", sólo he podido disfrutar en propiedad de la SRX-6 que ha pasado por manos de todos los hermanos, y actualmente de una divertidísima TW125, pero desde aquí puedo decir que nunca nos han tratado (sí, fui con mi mujer y también disfrutó lo suyo) como en aquella ocasión, y eso, a los que somos agradecidos, no se nos olvida jamás, por lo que tienen todo mi cariño y simpatía.  

jueves, 25 de octubre de 2012

En movimiento. Me acabo de apuntar a una promoción de BMW para probar la nueva R1200GS ¡nada menos que cruzando América! Lógicamente, en cuanto lo he comentado en casa, mi mujer me ha preguntado que si estoy loco... La respuesta es obvia: sí, por supuesto.
Preguntaban en el cuestionario de inscripción por el nivel que uno cree tener de conducción, tanto en carretera como en circuito y fuera de asfalto; y como soy un loco prudente, he declarado tener un nivel "básico" de conducción en cualquier terreno. Claro que a lo largo de los más de treinta años que llevo disfrutando de la moto he tenido ocasión de pasar por situaciones de casi todo tipo, pero uno se monta cada mañana pensando que siempre se aprende algo nuevo; y no nos olvidemos de que nunca he participado en competición motociclista alguna, de ninguna modalidad.
Pensando en el "nivel de conducción" que podía declarar, me he puesto a pensar en mis experiencias y, aunque es verdad que de unos años a ahora prácticamente sólo me muevo por carretera, como casi todos los de mi edad he empezado por el campo. Me ha dado por recordar en qué condiciones se ha ido formando mi básica conducción por tierra: desde aquellos primeros ciclomotores de marchas desinteresadamente prestados por toda una colección de amigos inolvidables (¡gracias siempre a todos!) o mi hermano, pasando con los años a conseguir que entre mis manos circularan motos como las Enduro 250H o Matador 350 de Narci y Onofre, la KTM del Gitano, la 348 de Nando... Y he recordado una en la que nunca llegué a montar delante y que desde entonces (finales de los 70) es una de las que más ilusión me haría volver a ver: la Explorer de Ángel; desde entonces ya ha llovido, y como puedo comprobar cada vez que tengo la oportunidad de subirme en una moto moderna, el mundo avanza que es una barbaridad y las motos de ahora son maravillosas comparadas con aquéllas que almaceno en mis recuerdos de juventud.
Pero lo bonito de esto es que cuando me subo en, por ejemplo, mi Enduro H6, vuelvo a disfrutar por completo; no se trata de comparar nada, sólo de disfrutar, y eso me lo sigue dando hoy por hoy cualquier moto en la que me suba.
Y retomando mi reflexión del principio: no puedo decir que tenga la experiencia "trailera" que me haga candidato número 1 a conducir la GS por cualquier terreno, pero sí creo que tengo la cintura suficiente para superar lo que venga, y por cuestión de tamaño y peso es hermana de mi R1150R. Seguro que me encontraré ante situaciones nuevas, pero a esas ya digo que salgo preparado cada mañana...         

jueves, 18 de octubre de 2012

Campeones. Estaba hoy, en la vorágine de las carreras de fin de temporada del mundial de velocidad, con horarios cambiados y demás, reflexionando sobre el llamado "periplo asiático", normalmente en circunstancias distintas de las del calendario europeo y con resultados para el recuerdo.
Y recordando a Suzuka y Abe, la cabeza se me ha ido a otro piloto espectacular que también solía brillar en aquellas latitudes: Kevin Schwantz, uno de los campeones más carismáticos que ha dado el mundial hoy llamado de Motogp, antes simplemente de velocidad.
Kevin siempre ha sido (porque lo sigue siendo) uno de los pilotos más seguidos y queridos del mundial, a pesar de ser "sólo" una vez campeón del mundo en 500. Es de esos pilotos que no dejan indiferente, no pasa por uno más, y eso ha significado también que en muchas ocasiones se haya infravalorado por sus más críticos el campeonato logrado en 1993.
Cualquiera que se sube a una moto y se pone en una parrilla de salida ya merece todo el respeto, pero es que TODOS los que corren en el mundial son buenísimos; y cada año sólo ganan tres de ellos... Quiero decir con esto que si ya es difícil llegar ahí arriba, y despuntar, nadie debería menospreciar al que al final de año se corona como Campeón del Mundo, aunque las circunstancias -que son las mismas para todos- hayan sido más favorables a unos que a otros.
Siempre he pensado que aquel año Kevin fue el justo campeón, y no por mera simpatía hacia él, sino porque siendo cierto que el triste accidente de Rainey le benefició, no es menos cierto que fue él el perjudicado en Inglaterra en el incidente con Doohan y cuando estaba en su mejor momento.
Por eso me he alegrado muchísimo cuando he leído el otro día, casi 20 años después de aquello, a Dennis Noyes haciéndose eco de mis pensamientos y diciendo lo que hasta ahora no había escuchado de nadie más en todo este tiempo. 
Y como me pasa siempre que me pongo a hablar de campeones y del mérito que tiene lograr cualquier medalla o reconocimiento, termino con el pensamiento enfocado al más grande, Ángel Nieto. Lo siento, es debilidad...      

lunes, 15 de octubre de 2012

Eventos.
Gustándome las motos como me gustan, creo que es comprensible que, de vez en cuando, me deje caer por algún evento relacionado con las motos de los muchos que se celebran a lo largo del año por todo el territorio nacional, o algo más allá.
Recuerdo con cariño las primeras "excursiones" con mi pareja en nuestra Benelli 250 2C a ver carreras urbanas en el Levante: Cullera, Xátiva... Nuestros primeros viajes a Pingüinos, donde hemos vuelto siempre que la familia nos lo ha permitido. Aquel Gran Premio de 1996 en Jerez (sí, el año de la invasión de pista y la caída de Crivillé) invitados por nuestro siempre recordado César Agüí; o el diluvio en el estreno mundialista de Cheste, donde nuestra K75 ni rechistó.
Pero no todo han sido carreras o concentraciones, grandes y pequeñas. Hay multitud de ocasiones en que reunirse con aquellos que comparten contigo la ilusión por la moto, sea la inauguración de una calle o monumento a alguno de nuestros ídolos (como aquélla en Boadilla del Monte en homenaje a mi gran Ángel Nieto) o algo menos festivo pero igualmente unificador como las concentraciones en Madrid contra los guardarraíles.
Me gusta acercarme siempre que puedo a ver Salones, más si en ellos hay posibilidad de "tocar" alguna de las novedades. Ya tengo reservado el próximo sábado para acercarme, por tercera vez, a Las Rozas a disfrutar del MotoEvent; para los que no lo conozcan, una bonita feria en torno a la moto de campo, en la que ver y tocar algunas de las motos de nuestros sueños, y de los sueños de nuestros pequeños, que es algo que me atrae especialmente: llegar a un circuito con mi hijo pequeño, que hasta ese momento nunca antes había tocado una moto, darle unas instrucciones básicas y ver cómo se desenvolvía de bien...buff!!! ¡Cómo disfruté!
 
 El año pasado, lógicamente, repetimos y llevé a mis otros dos hijos y unos cuantos de sus amigos a compartirlo, gozando nuevamente y con mejor tiempo (el primer año hizo bastante frío y lluvia, pero de eso ni un recuerdo, sólo de lo bueno). Y este año volvemos, claro. Porque si algo tengo claro es que la moto me hace disfrutar enormemente, pero si además tengo la oportunidad de compartir esos momentos con los que quiero y los veo disfrutar como yo lo hago, para de contar.
  

viernes, 5 de octubre de 2012

Ángel Nieto. Cuando la moto es tan importante en tu vida como lo es para mí, es inevitable que algunos de los referentes por los que te guías tenga relación con las dos ruedas. 
Por supuesto, a lo largo de los años he admirado y admiro a distintas personas por lo que han conseguido en el mundo de la moto o por lo que han aportado a los demás, seguidores o no de aquél. Recuerdo cómo intentaba emular de pequeño por el monte a Malcolm Rathmell, Mick Andrews, Vesterinen, Soler o Gorgot (a Tarrés ni intentarlo...), los saltos de De Coster, Malherbe, O´Mara o Randy Muñoz, las hazañas en el bosque de Masita, Casas o Carlos Mas, y tantos otros.
Pero si preguntas a cualquiera de la familia si Rolando tiene un héroe, todos te dirán que es Ángel Nieto, y lo es a pesar de mis 48 años; quiero decir que a estas edades se supone que uno ya no tiene héroes, pero es que "el mío" no me ha dado en todos estos años ninguna razón para dejar de serlo...
Admiro a Nieto desde pequeño. Sólo tenía cinco años cuando logró su primer título mundial, pero ya entonces la prensa nacional se hizo eco de su gesta, y me acostumbré a crecer con sus éxitos, y con esa continua lucha suya por conseguir cada año una montura competitiva con "el único aval" bajo el brazo que el Campeonato del Mundo recién conseguido, ¡casi nada!. Y no siempre lo conseguía.
Como piloto, por si no fuera suficiente explicación su palmarés para entender porqué es admirable, hay que añadir su inteligencia encima de la moto, su picardía, su dominio del escenario (en el que los demás pilotos eran, a menudo, actores secundarios), su capacidad para hacer fácil lo verdaderamente imposible para cualquier otro... No hay más que oirle en sus actuales retransmisiones de grandes premios por televisión para entender que enfrente tenemos a un auténtico fuera de serie.
Es verdad que hay más campeones del mundo, alguno incluso con más títulos mundiales que él, pero lo que realmente le distingue para mí, aparte de lo que me ha hecho disfrutar viéndole, es su compromiso con aquello que le ha dado fama, cómo ha dedicado su vida a la moto, de qué manera se involucró para hacer que ahora nos parezca completamente normal ver todos los grandes premios en directo, cómo se interesa por cada piloto de los que componen cualquiera de las tres parrillas del actual circus. Y con qué sencillez lo hace, qué cerca está de cualquiera que le reclame, sea para hacerse una foto con él, firmarle un autógrafo o, en el paddock, procurarle cualquier cosa que pueda hacer falta.
Es difícil quedarse con sólo algún momento destacado de alguien que ha destacado durante tantos años... Recuerdo aquella carrera en el Jarama, con la Honda 500 y el dorsal 37: probablemente nunca antes ni después se haya salido Nieto subiendo Pegaso, pero aquel día quería enseñarnos a todos de lo que era capaz con una moto buena, quitarse el sambenito de "piloto de cilindradas pequeñas", y nos entusiasmó. Y nada que reprochar a su virtuosismo con las motos de 50 y 125; aún conservo, y lo tuve pegado en una pared de mi habitación hasta que me casé, el póster que le dedicaron en Solo Moto, "El Ángel que enseñó a volar", en el que aparecían calcadas las trazadas y postura sobre la moto de Nieto y Tormo, dos superclase, sobre las pequeñas Bultaco. Impresionante y bellísimo.
Con los años he tenido ocasión de coincidir con él y su familia en algunos eventos, grandes premios, homenajes, su película (que me firmó, gracias!), y siempre nos ha tratado como es, como una gran persona.
Prometo colocar en este espacio algunas de las fotos que, como ésta, nos hemos hecho mi familia y yo con él y los suyos, tan cercanos como él. Y seguramente vuelva sobre tan ilustre personaje.  
     

martes, 2 de octubre de 2012


Travesuras. Cuando hablo de motos con mis hijos, trato siempre de transmitirles todo lo de positivo que este mundillo me ha aportado a lo largo de los años, acompañado de anécdotas y experiencias propias y ajenas vividas alrededor de las motos.
Pero claro, cuando uno se pone a contar su vida, no todo es ejemplarizante. Me explico: debía tener yo unos 14-15 años, auténtica pasión por las motos, y de repente, sin más, mis tíos le compran a mi primo Mariano, que vivía en el piso de arriba, una preciosa Montesa Enduro 125H a estrenar. Se me caía la baba mirándola; era mucho más grande y potente que los habituales ciclomotores de campo con los que solíamos desenvolvernos por ahí. Mi primo debía tener ya 16 y, claro, era mayor, por eso pudo sustituir el Vespino GL por la Enduro.
El caso es que yo nunca le ví demasiado entusiasmado por la moto, quizá simplemente no alucinaba con ella como yo... pero bueno, se daba alguna vuelta con ella y después la guardaba, toda limpita, en el trastero que teníamos junto a las plazas de garaje, y en el que también guardaba yo "mi máquina" (una bici bastante currada, pero que me traía y llevaba).
 
 
 
...Y se me fue la pinza. No sé cómo empezó aquéllo, pero sí cómo terminó. El caso es que no podía resistir ver aquella maravilla ahí quieta, y un buen día, con mucho cuidado y algo de miedo, la saqué empujando del garaje, la llevé de la mano hasta la calle de detrás de casa, en la Colonia, y cuendo me pareció que ya no se oiría desde casa, la puse en marcha y me dí una vuelta con ella: ¡qué impresión, cómo iba!. No sé si el paseo duró 5 minutos o una hora, supongo que más cerca de lo primero, pero disfruté como un loco. Después, la paré igualmente antes de llegar a casa, y con las mismas dosis de precaución y miedo a ser descubierto, la metí en su trastero. Aquello se repitió "algunas veces", debido sin duda a que, como nos advierten las autoridades sanitarias, las drogas enganchan y nos hacen perder nuestra voluntad y consciencia, y claro, la Enduro era "moto en vena". Pero terminó, como decía, y pude "rehabilitarme" el día en que me descubrieron... pasé tanta vergüenza que jamás se me volvió a pasar por la cabeza la idea de coger ni esa ni ninguna otra moto prestada. De hecho, creo que no volví a montar en la moto de mi primo nunca.   
Y eso trato de explicarles a mis hijos cuando surge el tema, como en la ocasión de las fotos, el Jarama Vintage Festival, donde me encontré de nuevo con "ella"...

   

viernes, 28 de septiembre de 2012

Mi primera moto... Realmente, tardé en tener una "primera moto" mía: éramos muchos en casa y no estaba -ya entonces- la economía para muchos lujos. No obstante, creo que no me puedo quejar, pues pese a que la primera moto a mi nombre fue mi querida Vespa 150 de "última mano" rejuvenecida con la ayuda de mi hermano Toño, teniendo ya alrededor de los 20 años, hasta ese momento nunca dejé de tener a mano una en la que subirme. Recuerdo con especial cariño los años de adolescencia yendo al colegio en la Enduro 250H de mi cuñado, siempre por campo, de Majadahonda hasta Boadilla del Monte, o en aquella comodísima Matador MK9, que alternaba con mis viajes de paquete en la Vespa 75 de mi amigo Miguel Ángel cuando no tenía posibilidad de ir por mi cuenta. No faltaban préstamos, como el de la Streaker de Sonia, toda una moto de carretera cuya única pega era que sus frenos de disco eran alérgicos al agua, o la modesta Derbi Antorcha de los Aguilar, que gastaba menos que nada. Con todas ellas iba feliz al colegio, y siempre he creído que en plan pionero, pues no recuerdo que en mis tiempos de escolar nadie llevase como yo (y hoy en día todo el mundo) los libros en una mochila; de hecho, no existían las mochilas como las conocemos hoy, y yo llevaba una de aquellas de lona verde, con correas de cuero marrón que se empleaban en los campamentos juveniles.
Y pese a que, como digo, me fui soltando con todo tipo de motos durante mis primeros años, no tuve carné hasta los 18, sacándome directamente el A2 (hoy sólo A, creo), el de moto grande... y para subirme por vez primera y estrenar mi "legalidad" la elegida fue la Derbi Antorcha...
Lo que sí es verdad que también hice siempre, y es una de las muchas cosas imprescindibles que aprendí de mi hermano Toño, fue conducir con casco y con las luces -cuando las tenía- encendidas, varios años antes de que una y otra medida se hiciesen obligatorias.
Nuestra primera moto, porque aquí necesariamente debo "subir" a mi pareja  -entonces novia, hoy esposa- Isabel, nos llevó por caminos más "civilizados", empleándola como vehículo de nuestras salidas conjuntas, transporte a la universidad y demás. La Vespa siempre se portó bien con nosotros y nos dio la independencia que uno busca a esas edades. Colgaré una foto de ella en cuanto la escanee, realmente le quedó muy bonita a mi hermano (pintó las dos, la muestra y la suya, que conjuntó también con su casco).
Creo que la Vespa fue, también, mi última moto "antigua", de aquellas que se arrancaban a patada y ya está, a circular; las siguientes siempre tuvieron llave de contacto, algo que te decía que aquél era un aparato serio... Ahora he recuperado alguna de aquellas "antigüedades" y soy feliz con su simplicidad y ausencia de aditamentos, aunque reconozco que el botoncito es todo un invento.       

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Desde siempre ha habido motos a mi alrededor; ya desde pequeño iba por la calle fijándome en aquellas preciosas -a mí me lo parecían- y enormes -aún me lo parecen- Laverdas, Harleys y BMWs que podían verse junto con alguna Norton, BSA y Triumph compartiendo el escaso tráfico de finales de los 60 con nuesttras Bultaco, Montesa, Ossa, Sanglas y Derbi. No era extraño ver por Madrid una Lobito o una Cota entre otras, digamos, más adecuadas al entorno.
 
Pero la que recuerdo como mi primera experiencia tuvo lugar habiendo cumplido ya diez años, cuando nos trasladamos a vivir de Madrid a Majadahonda, que entonces era aún un pueblo. Vivía allí un compañero de colegio y amigo de mi hermano pequeño que tenía una IMPRESIONANTE Cota 25 C, la versión con tres marchas al pie. Aquella moto me marcó para siempre, y seguramente es la culpable de que a día de hoy siga enamorado de cualquier cosa con dos ruedas y motor. La moto de Arturo me abrió los ojos a un nuevo mundo, el de la libertad, el equilibrio sobre ruedas, el amor por la naturaleza (sí, cualquiera que haya ido en moto de campo sabe que van de la mano). Hasta qué punto me tenía enganchado que, a veces, estando ya en la cama de noche, seguía oyendo su pequeño motor en marcha...
 
En aquellos años formamos una pandilla en la que nos juntábamos con varias Cotas 49, Minicross, Dakota, las 25 de Arturo y Filito, la Mini Montesa de Javi, a veces alguna Enduro, y dos "grandes", la 247 VUK y  la preciosa Cota 348 de Nando. Rápidamente todas ellas encontraban pasajeros dispuestos a realizar entretenidísimas excursiones por los alrededores, disfrutando de nuestra afición por el campo y la moto. ¡Qué tiempos! Los disfruté de verdad y aprendí muchísimo.
       

martes, 25 de septiembre de 2012

Comentaba ayer que este blog iba a tratar de motos, y es que ellas son parte integrante de mi vida.
No soy ni he sido piloto, nunca me he alineado en una parrilla de salida de competición motociclista de modalidad alguna -no descarto hacerlo, no obstante-. No pertenezco a ninguna "tribu" determinada relacionada con tal o cual marca o estilo de moto, ni siquiera tengo "pandilla motera" con la que salir de forma más o menos habitual a disfrutar de la moto.
Pero el día que no he pasado un rato con una de las mías siento que me falta algo, no es completo.
Algo tendrán estos cacharros que, al que los prueba, no le dejan indiferente. Te transportan, sí, pero mucho más allá de lo que hubieras imaginado cuando te subiste por primera vez a una...

lunes, 24 de septiembre de 2012

Bueno, hoy "me estreno"...
Espero ir cogiéndole pronto el aire a esto de pensar en voz alta y escribir cosas interesantes.
De momento, comienzo pidiendo disculpas, pues acabo de descubrir en Facebook a alguien que se llama exactamente como este bloggero: RoloMotos. Intentaré que la coincidencia no le perjudique y acabemos encontrándonos compartiendo lo que más nos gusta, evidentemente, las motos!!!.