jueves, 25 de octubre de 2012

En movimiento. Me acabo de apuntar a una promoción de BMW para probar la nueva R1200GS ¡nada menos que cruzando América! Lógicamente, en cuanto lo he comentado en casa, mi mujer me ha preguntado que si estoy loco... La respuesta es obvia: sí, por supuesto.
Preguntaban en el cuestionario de inscripción por el nivel que uno cree tener de conducción, tanto en carretera como en circuito y fuera de asfalto; y como soy un loco prudente, he declarado tener un nivel "básico" de conducción en cualquier terreno. Claro que a lo largo de los más de treinta años que llevo disfrutando de la moto he tenido ocasión de pasar por situaciones de casi todo tipo, pero uno se monta cada mañana pensando que siempre se aprende algo nuevo; y no nos olvidemos de que nunca he participado en competición motociclista alguna, de ninguna modalidad.
Pensando en el "nivel de conducción" que podía declarar, me he puesto a pensar en mis experiencias y, aunque es verdad que de unos años a ahora prácticamente sólo me muevo por carretera, como casi todos los de mi edad he empezado por el campo. Me ha dado por recordar en qué condiciones se ha ido formando mi básica conducción por tierra: desde aquellos primeros ciclomotores de marchas desinteresadamente prestados por toda una colección de amigos inolvidables (¡gracias siempre a todos!) o mi hermano, pasando con los años a conseguir que entre mis manos circularan motos como las Enduro 250H o Matador 350 de Narci y Onofre, la KTM del Gitano, la 348 de Nando... Y he recordado una en la que nunca llegué a montar delante y que desde entonces (finales de los 70) es una de las que más ilusión me haría volver a ver: la Explorer de Ángel; desde entonces ya ha llovido, y como puedo comprobar cada vez que tengo la oportunidad de subirme en una moto moderna, el mundo avanza que es una barbaridad y las motos de ahora son maravillosas comparadas con aquéllas que almaceno en mis recuerdos de juventud.
Pero lo bonito de esto es que cuando me subo en, por ejemplo, mi Enduro H6, vuelvo a disfrutar por completo; no se trata de comparar nada, sólo de disfrutar, y eso me lo sigue dando hoy por hoy cualquier moto en la que me suba.
Y retomando mi reflexión del principio: no puedo decir que tenga la experiencia "trailera" que me haga candidato número 1 a conducir la GS por cualquier terreno, pero sí creo que tengo la cintura suficiente para superar lo que venga, y por cuestión de tamaño y peso es hermana de mi R1150R. Seguro que me encontraré ante situaciones nuevas, pero a esas ya digo que salgo preparado cada mañana...         

jueves, 18 de octubre de 2012

Campeones. Estaba hoy, en la vorágine de las carreras de fin de temporada del mundial de velocidad, con horarios cambiados y demás, reflexionando sobre el llamado "periplo asiático", normalmente en circunstancias distintas de las del calendario europeo y con resultados para el recuerdo.
Y recordando a Suzuka y Abe, la cabeza se me ha ido a otro piloto espectacular que también solía brillar en aquellas latitudes: Kevin Schwantz, uno de los campeones más carismáticos que ha dado el mundial hoy llamado de Motogp, antes simplemente de velocidad.
Kevin siempre ha sido (porque lo sigue siendo) uno de los pilotos más seguidos y queridos del mundial, a pesar de ser "sólo" una vez campeón del mundo en 500. Es de esos pilotos que no dejan indiferente, no pasa por uno más, y eso ha significado también que en muchas ocasiones se haya infravalorado por sus más críticos el campeonato logrado en 1993.
Cualquiera que se sube a una moto y se pone en una parrilla de salida ya merece todo el respeto, pero es que TODOS los que corren en el mundial son buenísimos; y cada año sólo ganan tres de ellos... Quiero decir con esto que si ya es difícil llegar ahí arriba, y despuntar, nadie debería menospreciar al que al final de año se corona como Campeón del Mundo, aunque las circunstancias -que son las mismas para todos- hayan sido más favorables a unos que a otros.
Siempre he pensado que aquel año Kevin fue el justo campeón, y no por mera simpatía hacia él, sino porque siendo cierto que el triste accidente de Rainey le benefició, no es menos cierto que fue él el perjudicado en Inglaterra en el incidente con Doohan y cuando estaba en su mejor momento.
Por eso me he alegrado muchísimo cuando he leído el otro día, casi 20 años después de aquello, a Dennis Noyes haciéndose eco de mis pensamientos y diciendo lo que hasta ahora no había escuchado de nadie más en todo este tiempo. 
Y como me pasa siempre que me pongo a hablar de campeones y del mérito que tiene lograr cualquier medalla o reconocimiento, termino con el pensamiento enfocado al más grande, Ángel Nieto. Lo siento, es debilidad...      

lunes, 15 de octubre de 2012

Eventos.
Gustándome las motos como me gustan, creo que es comprensible que, de vez en cuando, me deje caer por algún evento relacionado con las motos de los muchos que se celebran a lo largo del año por todo el territorio nacional, o algo más allá.
Recuerdo con cariño las primeras "excursiones" con mi pareja en nuestra Benelli 250 2C a ver carreras urbanas en el Levante: Cullera, Xátiva... Nuestros primeros viajes a Pingüinos, donde hemos vuelto siempre que la familia nos lo ha permitido. Aquel Gran Premio de 1996 en Jerez (sí, el año de la invasión de pista y la caída de Crivillé) invitados por nuestro siempre recordado César Agüí; o el diluvio en el estreno mundialista de Cheste, donde nuestra K75 ni rechistó.
Pero no todo han sido carreras o concentraciones, grandes y pequeñas. Hay multitud de ocasiones en que reunirse con aquellos que comparten contigo la ilusión por la moto, sea la inauguración de una calle o monumento a alguno de nuestros ídolos (como aquélla en Boadilla del Monte en homenaje a mi gran Ángel Nieto) o algo menos festivo pero igualmente unificador como las concentraciones en Madrid contra los guardarraíles.
Me gusta acercarme siempre que puedo a ver Salones, más si en ellos hay posibilidad de "tocar" alguna de las novedades. Ya tengo reservado el próximo sábado para acercarme, por tercera vez, a Las Rozas a disfrutar del MotoEvent; para los que no lo conozcan, una bonita feria en torno a la moto de campo, en la que ver y tocar algunas de las motos de nuestros sueños, y de los sueños de nuestros pequeños, que es algo que me atrae especialmente: llegar a un circuito con mi hijo pequeño, que hasta ese momento nunca antes había tocado una moto, darle unas instrucciones básicas y ver cómo se desenvolvía de bien...buff!!! ¡Cómo disfruté!
 
 El año pasado, lógicamente, repetimos y llevé a mis otros dos hijos y unos cuantos de sus amigos a compartirlo, gozando nuevamente y con mejor tiempo (el primer año hizo bastante frío y lluvia, pero de eso ni un recuerdo, sólo de lo bueno). Y este año volvemos, claro. Porque si algo tengo claro es que la moto me hace disfrutar enormemente, pero si además tengo la oportunidad de compartir esos momentos con los que quiero y los veo disfrutar como yo lo hago, para de contar.
  

viernes, 5 de octubre de 2012

Ángel Nieto. Cuando la moto es tan importante en tu vida como lo es para mí, es inevitable que algunos de los referentes por los que te guías tenga relación con las dos ruedas. 
Por supuesto, a lo largo de los años he admirado y admiro a distintas personas por lo que han conseguido en el mundo de la moto o por lo que han aportado a los demás, seguidores o no de aquél. Recuerdo cómo intentaba emular de pequeño por el monte a Malcolm Rathmell, Mick Andrews, Vesterinen, Soler o Gorgot (a Tarrés ni intentarlo...), los saltos de De Coster, Malherbe, O´Mara o Randy Muñoz, las hazañas en el bosque de Masita, Casas o Carlos Mas, y tantos otros.
Pero si preguntas a cualquiera de la familia si Rolando tiene un héroe, todos te dirán que es Ángel Nieto, y lo es a pesar de mis 48 años; quiero decir que a estas edades se supone que uno ya no tiene héroes, pero es que "el mío" no me ha dado en todos estos años ninguna razón para dejar de serlo...
Admiro a Nieto desde pequeño. Sólo tenía cinco años cuando logró su primer título mundial, pero ya entonces la prensa nacional se hizo eco de su gesta, y me acostumbré a crecer con sus éxitos, y con esa continua lucha suya por conseguir cada año una montura competitiva con "el único aval" bajo el brazo que el Campeonato del Mundo recién conseguido, ¡casi nada!. Y no siempre lo conseguía.
Como piloto, por si no fuera suficiente explicación su palmarés para entender porqué es admirable, hay que añadir su inteligencia encima de la moto, su picardía, su dominio del escenario (en el que los demás pilotos eran, a menudo, actores secundarios), su capacidad para hacer fácil lo verdaderamente imposible para cualquier otro... No hay más que oirle en sus actuales retransmisiones de grandes premios por televisión para entender que enfrente tenemos a un auténtico fuera de serie.
Es verdad que hay más campeones del mundo, alguno incluso con más títulos mundiales que él, pero lo que realmente le distingue para mí, aparte de lo que me ha hecho disfrutar viéndole, es su compromiso con aquello que le ha dado fama, cómo ha dedicado su vida a la moto, de qué manera se involucró para hacer que ahora nos parezca completamente normal ver todos los grandes premios en directo, cómo se interesa por cada piloto de los que componen cualquiera de las tres parrillas del actual circus. Y con qué sencillez lo hace, qué cerca está de cualquiera que le reclame, sea para hacerse una foto con él, firmarle un autógrafo o, en el paddock, procurarle cualquier cosa que pueda hacer falta.
Es difícil quedarse con sólo algún momento destacado de alguien que ha destacado durante tantos años... Recuerdo aquella carrera en el Jarama, con la Honda 500 y el dorsal 37: probablemente nunca antes ni después se haya salido Nieto subiendo Pegaso, pero aquel día quería enseñarnos a todos de lo que era capaz con una moto buena, quitarse el sambenito de "piloto de cilindradas pequeñas", y nos entusiasmó. Y nada que reprochar a su virtuosismo con las motos de 50 y 125; aún conservo, y lo tuve pegado en una pared de mi habitación hasta que me casé, el póster que le dedicaron en Solo Moto, "El Ángel que enseñó a volar", en el que aparecían calcadas las trazadas y postura sobre la moto de Nieto y Tormo, dos superclase, sobre las pequeñas Bultaco. Impresionante y bellísimo.
Con los años he tenido ocasión de coincidir con él y su familia en algunos eventos, grandes premios, homenajes, su película (que me firmó, gracias!), y siempre nos ha tratado como es, como una gran persona.
Prometo colocar en este espacio algunas de las fotos que, como ésta, nos hemos hecho mi familia y yo con él y los suyos, tan cercanos como él. Y seguramente vuelva sobre tan ilustre personaje.  
     

martes, 2 de octubre de 2012


Travesuras. Cuando hablo de motos con mis hijos, trato siempre de transmitirles todo lo de positivo que este mundillo me ha aportado a lo largo de los años, acompañado de anécdotas y experiencias propias y ajenas vividas alrededor de las motos.
Pero claro, cuando uno se pone a contar su vida, no todo es ejemplarizante. Me explico: debía tener yo unos 14-15 años, auténtica pasión por las motos, y de repente, sin más, mis tíos le compran a mi primo Mariano, que vivía en el piso de arriba, una preciosa Montesa Enduro 125H a estrenar. Se me caía la baba mirándola; era mucho más grande y potente que los habituales ciclomotores de campo con los que solíamos desenvolvernos por ahí. Mi primo debía tener ya 16 y, claro, era mayor, por eso pudo sustituir el Vespino GL por la Enduro.
El caso es que yo nunca le ví demasiado entusiasmado por la moto, quizá simplemente no alucinaba con ella como yo... pero bueno, se daba alguna vuelta con ella y después la guardaba, toda limpita, en el trastero que teníamos junto a las plazas de garaje, y en el que también guardaba yo "mi máquina" (una bici bastante currada, pero que me traía y llevaba).
 
 
 
...Y se me fue la pinza. No sé cómo empezó aquéllo, pero sí cómo terminó. El caso es que no podía resistir ver aquella maravilla ahí quieta, y un buen día, con mucho cuidado y algo de miedo, la saqué empujando del garaje, la llevé de la mano hasta la calle de detrás de casa, en la Colonia, y cuendo me pareció que ya no se oiría desde casa, la puse en marcha y me dí una vuelta con ella: ¡qué impresión, cómo iba!. No sé si el paseo duró 5 minutos o una hora, supongo que más cerca de lo primero, pero disfruté como un loco. Después, la paré igualmente antes de llegar a casa, y con las mismas dosis de precaución y miedo a ser descubierto, la metí en su trastero. Aquello se repitió "algunas veces", debido sin duda a que, como nos advierten las autoridades sanitarias, las drogas enganchan y nos hacen perder nuestra voluntad y consciencia, y claro, la Enduro era "moto en vena". Pero terminó, como decía, y pude "rehabilitarme" el día en que me descubrieron... pasé tanta vergüenza que jamás se me volvió a pasar por la cabeza la idea de coger ni esa ni ninguna otra moto prestada. De hecho, creo que no volví a montar en la moto de mi primo nunca.   
Y eso trato de explicarles a mis hijos cuando surge el tema, como en la ocasión de las fotos, el Jarama Vintage Festival, donde me encontré de nuevo con "ella"...