miércoles, 16 de enero de 2013

Pilotillos

Tenía ya ganas de volver "a coger la pluma", pero no me encontraba muy inspirado, la verdad. Desde la última vez, en el ya lejano 2012, he tenido ocasión de comentar con familiares y amigos algunas de las noticias que sobre la moto se ha ido produciendo, participar en alguna que otra actividad motera y, por supuesto, seguir montando casi a diario en moto.
Sin embargo, mi hijo Hugo llevaba sin montar desde el MotoEvent, donde animamos a su amigo Andrés a que se estrenara (¡y lo hizo muy bien!), y el otro día, con la excusa de que Pablo tenía que practicar con la moto de marchas para el examen del A1, cogimos la Magnum y la Enduro y nos fuimos al campo de detrás de casa con el tío Pedro, que también llevaba ya "un rato" sin montar por el campo, y nos quitamos todos las telarañas.
Tuvimos suerte, pues hizo un día espléndido, de calor para estar en enero, y disfrutamos un montón los cuatro del campo y las motos. Pablo aprovechó a irle cogiendo bien el tranquillo a esto de los motores con marchas (su única experiencia de ciclomotorero legal  ha sido con el BWs automático), mi cuñado yo creo que ni se acordaba de la última vez que montó por el campo -sólo monta en su Diversion 900-, y yo como siempre, gozando de montar y ver montar sentado en cualquier montículo o en medio de la pradera.
Pero hacía mención a Hugo porque el tío es un caso aparte: llevaba detrás de él ya un tiempo diciéndole cosas del estilo "Hugo, como ahora vas a tener unos cuantos días de vacaciones, vamos a poder montar un montón en moto, ¿eh?", pero él no parecía muy entusiasmado; sí, decía que le apetecía, pero no le veías salir corriendo a coger su casco ni buscando un ratito cualquiera para salir... Ya empezaba yo a pensar que este niño no era mío, porque eso de no atraerle las motos... Pero cuando le recordé lo bien que se lo había pasado la última vez con Andrés y le comenté la posibilidad de que viniera con sus padres a casa a montar con nosotros, se animó y se vino al campo.
Y, claro, en cuanto empezó a montar y se fue soltando, "desoxidándose" se lo pasó genial, haciendo cada vez cosas más difíciles, de manera que tan pronto le podías ver pasar a toda velocidad por el camino intentando perder a su hermano o a su tío, como venir despacito, de pie sobre la moto y saludando con la mano, un fenómeno. Ya estoy esperando como él a que vengan Andrés y Francisco a dar una vuelta con nosotros. ¡Os esperamos!

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