miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mi Vespa

Como he comentado en alguna ocasión, mi primera moto, es decir, la primera que tuve a mi nombre, fue una Vespa 150 S con muchos años (del año que yo nací) y color azul-indefinido. Su estado en el momento de adquirirla fue lo de menos, lo importante era que, ¡por fin! iba a tener moto... Se parecía bastante a la de esta foto:
Iba a tener moto, porque al principio no tenía si entendemos "tener moto" por poseer un vehículo de dos ruedas con motor que pueda traerte y llevarte por ahí. Con ayuda de mi hermano Toño, o mejor, él con mi ayuda, conseguimos hacer una moto única, bonita, diferente al resto, y que además funcionaba y me servía efectivamente de medio de locomoción.
La pintamos en blanco y rojo brillante, la pusimos los cófanos de la P200, que la hacían mucho más delgada y moderna, y rematamos con funda de asiento también blanca (un invento cuando el sol aprieta) y transportín en negro mate. ¡Ah! Y con el paso del tiempo le pusimos neumáticos modernos, porque los clásicos "de carretilla" eran terribles. Pinchaban en cualquier momento, lo cual, si bien le da un punto de emoción al trayecto, no resulta muy agradable que digamos. Menos mal que mi querida Vespa tenía rueda de repuesto, porque puedo garantizar que se utilizaba,
Con ella iba y venía de casa a la facultad con mi hermana, que sufrió conmigo alguno de aquellos pinchazos y que podrá, como mi mujer, certificar que fue esta moto la que nos enseño a "controlar las derrapadas" (por suerte, siempre pinchaba de atrás), ya que nunca sufrimos una caída. A los que dicen que las Vespa son peligrosas e inestables siempre les comento esto, que probablemente el bajísimo centro de gravedad de este scooter sea una gran ayuda que, ante un pinchazo, no podrá prestarte una moto de rueda alta. Afortunadamente, las carreteras y los neumáticos han mejorado una barbaridad y hoy puedes disfrutar de un vehículo durante toda su vida útil sin llegar a sufrir ni un solo reventón, pero antes sí debías contar con esa posibilidad; de hecho, aún recuerdo cómo, tras una serie de pinchazos en un corto espacio de tiempo, llegué a tener auténtica psicósis y en una ocasión incluso paré la moto un par de veces en plena carretera de La Coruña para tocar la rueda y comprobar que no estaba desinflada, porque ya sentía que se movía y flotaba de atrás incluso cuando, evidentemente, no pasaba.
Pero bueno, ya digo que eso se arregló cambiando las ruedas, que ya debía tocar, por unas chulísimas Pirelli SC, y mentalizándome de que esa sensación de inseguridad sólo se quita ¡montando más!, que es lo que llevo haciendo desde entonces, no sea que un buen día me dé miedo a montar, o pereza, y aparque la moto para siempre... Tranquilos, que eso no va a suceder. ¡Ráfagas!   

No hay comentarios:

Publicar un comentario