viernes, 1 de febrero de 2013

Compañerismo

Si de algo nos hemos vanagloriado los moteros desde el inicio de los tiempos, es de nuestro compañerismo. Siempre se ha hablado de "la gran familia motera", de ese sentimiento íntimo al motero de que no está solo por esos caminos de Dios, del impensable en otros medios de transporte saludo motero cuando nos cruzamos con otros que comparten, como nosotros, algo más que una afición.
 
Es cierto que se ha perdido algo de esta sensación de pertenencia a un grupo distinto cuando ha llegado la masificación; hay que entender que ahora hay un gran número de usuarios de moto que no han llegado a ella por, digamos, "flechazo", sino por la convicción de que es un medio de transporte inmejorable. Y es normal, por lo tanto, que a ellos les resulte ajeno este sentimiento de camaradería.
 
Pero incluso a estos nuevos usuarios les acaban llegando ecos de nuestro sano espíritu, y pongo un ejemplo vivido el año pasado. 
 
Mi moto tiene desde que la compré un pequeño fallo (que yo le perdono, claro): con bastante frecuencia, probablemente porque procede de Valencia, zona costera, se queda enganchado el testigo de reserva de combustible, y como no tiene reloj que informe de la cantidad de gasolina que tiene el depósito, resulta que el dichoso testigo es mi único indicador. Lo que hago siempre es emplear el cuentakilómetros parcial para controlar mis consumos y la consiguiente necesidad de repostar.
 
Pero aquel día mis cálculos fallaron, y mi querida amiga se paró entrando en Madrid por la carretera de Toledo, justo a la altura del enlace con la M-40. Mientras sopesaba la mejor solución posible, y sin que lo advirtiera -tuvo que insistir con el claxon-, apareció por la incorporación de la M-40 mi ángel de la guarda montado en una R1200RT, que paró a interesarse por mí y me acercó a la gasolinera más cercana, esperó a que comprara gasolina, me llevó de vuelta y esperó a confirmar que mi problema había quedado resuelto. Desde aquí le reitero mis agradecimientos (quedamos en buscarnos por el foro de BMW), pues además de resolver el incidente me alegró el día.
 
Casualidades de la vida, unos días después y sólo unos centenares de metros antes de donde se había parado mi moto, atisbé entre el tráfico (llovía, y yo iba adelantando otros vehículos por la izquierda), parado en el arcén derecho, un scooter con su conductor mirando al manillar mientras intentaba, supongo, averiguar por qué no arrancaba. Con prudencia, me eché a la derecha y paré unos cien metros por delante suyo; encendí mis intermetentes de emergencia y bajé a ver qué podía pasarle. Para resumir, se había quedado también sin gasolina, y repetí con ella -era conductora, no conductor- lo que habían hecho conmigo sólo unos pocos días antes.
 
Y cuento esta historia por lo que decía al principio: la chica, agradecida y sorprendida de que alguien desconocido se interesara por ella y la ayudara, me dijo: "había oído hablar del compañerismo entre motoristas, y veo que todo lo que me decían es verdad".  Sé que ese día ganamos un nuevo fan para nuestra causa.
 
De modo que, después de todo, es cierto que somos una gran familia, lo que ocurre es que se ha multiplicado y ahora tenemos muchos "primos lejanos" a quienes no nos han presentado aún o cuya existencia desconocemos, pero están ahí y el día que nos encontramos descubrimos cuánto tenemos por compartir. Sólo así se pueden entender fenómenos como los que he relatado como ejemplo, u otros como que en Pingüinos se reúnan más de 25.000 moteros de toda condición durante cuatro días y no se registre incidente alguno. ¡Felicidades, familia! ¡Seguimos en contacto! 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario