jueves, 28 de febrero de 2013

Emilio Scotto

No he viajado mucho últimamente, la verdad, pero desde niño la sola idea de viajar a cualquier parte del mundo me ha fascinado, ha hecho que ponga en marcha la imaginación y me ha espoleado a aprender sobre otros lugares, otras costumbres, otras maneras de ver la vida, además de inducirme a aprender más sobre mi propio entorno.
 
Como, por desgracia, mis ansias siempre han superado mis posibilidades, ha sido más frecuente leer sobre viajes que practicarlos. Y de los leídos, uno sin duda es mi referencia, es EL VIAJE, el que me gustaría (aún hoy) realizar, por todo lo que conlleva: en moto, sin plazos, casi sin rumbo, el viajero y su determinación, el viaje como modo de vida. Me estoy refiriendo, claro, al viaje que realizó Emilio Scotto con su Princesa Negra durante algo más de diez años, dando dos veces la vuelta al mundo entre tanto.
 
 A causa de mi debilidad manifiesta por estos temas, la historia de Scotto me enganchó desde el primer momento, y tuve la gran suerte de poderla seguir "de cerca" a través de las páginas de Motociclismo, a los que convenció enseguida. Es más, incluso llegué a ver a Emilio cuando pasó por Madrid, haciéndose unas fotos junto a la Princesa en la puerta del Retiro madrileño; ¡qué ilusión me hizo!
 
Desde entonces, siempre le he seguido la pista, y de hecho me apunté a su proyecto de "reality Show" Caravana con mi sobrino Álex, aunque nunca nos llamaron... Pero eso no importa. Lo realmente relevante es cómo Scotto logró hacer realidad sus sueños de niño y cómo ha logrado hacer de aquel viaje y los posteriores su manera de ganarse la vida, compartiendo con todo el que lo desee su increible experiencia.
 
Supongo que es otra de las muchas cosas positivas que deja el viajar con la mente abierta, ese afán por compartir lo vivido con otros y trasladarles parte de la riqueza adquirida en tu aventura. 
 
¡Gracias, Emilio!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario